Aun estando dentro del carro, ya comenzábamos a sentir el frío que nos rodeaba mientras recorríamos el camino lleno de enormes pinos y árboles. Beni venía ya casi vomitándose y eso que aun no poníamos un pie sobre el sendero, Pablo y Omar relajados en el asiento trasero, esperaban ansiosos llegar, mientras observaban el grandioso paisaje. En ese momento una llamada entraba a mi celular, era raro por que hay zonas donde se pierde la señal y comprendemos que no todo es territorio telcel. Era Norma quien al momento de contestar, se quejaba del frío «Hace mucho frío Ángel» diciendo esto con voz temblorosa, seguido a esto me preguntaba acerca del testigo de temperatura que se había encendido en el tablero de su automóvil, una pequeña luz que nunca le había aparecido y eso que ella conocía la mayoría de las señales de su auto por diversas fallas a lo largo de su uso. Abi y Alfredo venían con ella en su auto, supongo que también venían ansiosos por llegar a nuestro destino y comenzar una larga caminata. Paso de Cortés se encontraba a escasos metros, el sol ya se asomaba permitiendo contemplar el hermoso paisaje de los valles entre los volcanes. El termómetro del auto indicaba que nos encontrábamos a 1°C, mientras nos estacionábamos a unos metros del Campamento, era momento de dar las últimas indicaciones y comenzar el trayecto hacia el Primer Portillo del Iztaccíhuatl.
Para todos excepto para mi, era la primera vez que atravesaban la ruta, el plan era pequeño pero muy desgastante: partir de Paso de Cortés, hacer una escala en La Joya y llegar al Primer Portilla, desayunar, apreciar la vista y regresar por el mismo camino.
Todos nos encontrábamos animados, las mochilas las ajustábamos en la espalda mientras dábamos los primeros paso hacia La Joya. El camino plano comenzaba a quedar atrás, era buen momento para sacar y utilizar los bastones, que nos servirían de apoyo y evitar desgastarnos tanto. Para este pequeño recorrido la condición física comenzaba a exigirle al cuerpo un desgaste constante, sin embargo algunos de los integrantes comenzaban a visualizar que quizá hubiera sido una mejor idea haberse quedado ese sábado por la mañana en cama y ver alguna serie o película, o quizá estar divirtiéndose con algún videojuego o red social. Sin embargo nos encontrábamos entre la naturaleza disfrutando de cada paso y cada vista.
El valle comenzó a volverse un gran desafío para algunos, pero unos ayudaban a los otros a mantener la energía y el paso. Pablo y Abi eran quienes más esfuerzo hacían para dar un paso detrás del otro, así que comenzamos a ir un poco más despacio. Beni alentaba a Pablo y Norma a Abi, Beni venia muy callado y concentrado, Norma venia quejándose por no haber traído un cigarro y a ratos tenia que contestar su teléfono por cuestiones de trabajo. Omar y Alfredo venían como peces en el agua; iban, regresaban, foto por aquí, chiste por allá. El camino a ratos daba tregua, era una verdadero desafío para quienes no tenían la costumbre de ejercitarse frecuentemente a la semana, pero tampoco era imposible. Pasando unas medianas colinas, nos detuvimos a tomar fotografías y descansar un poco, pero aún nos faltaba para llegar a La Joya, así que fue un descanso corto pero necesario.
La última pendiente nos permitía divisar algunas casas de campaña y gente con coloridas chamarras, estábamos por entrar a La Joya, sin embargo rodeamos para dirigirnos a las faldas del Iztaccihuatl a través de un camino delimitado por una cadena, que impedía el paso de vehículos, pero dejaba un estrecho espacio en un costado de la orilla para poder pasar. «Quedarnos aquí y no hacer nada, parece una excelente idea.» eran las palabras que Pablo decía mientras se recargaba sobre las cadenas, sin duda su cansancio era tal, que no aguantaba un poco más, trataba de controlar su respiración, pero sus pasos cada vez mas cortos, lo hacían notar ya cansado. Sin embargo pudimos hacerlo caminar unos metros más, donde nos detuvimos para quitarnos las mochilas, comer golosinas y beber un poco de agua.
Los primeros pasos de subida hacia el Primero Portillo hacían latir mucho más rápido nuestro corazón, inmediatamente las piernas comienzan a sentir el esfuerzo que realizaban para mantener el equilibrio, poco a poco Pablo y Beni fueron quedándose más atrás, estoy seguro que la subida les costo muchísimo, los demás esperamos en un paso de rocas hasta que llegaron. Una vez que Beni y Pablo llegaron, nos sentamos a comer los emparedados y chocolates, la idea era desayunar en la cima, pero entre todos decidimos comer en unas rocas que en el camino disparejo nos permitían acomodarnos unos cerca de los otros. Era muy evidente que ese trayecto había sido muy difícil para Pablo, por lo que al finalizar de comer, Beni y Pablo regresaron al campamento La Joya, mientras Norma, Abi, Alfredo, Omar y yo continuaríamos unos metros más para llegar al Primero Portillo, ya habíamos recuperado energía para continuar la caminata.
Abi comenzaba a fatigarse, Norma la había estado impulsando los últimos metros, pero en un momento Abi se detuvo y se sentó sobre la primera roca que vió. Cuando me acerqué a preguntarle su estado, pasaban dos policías de montaña, venían con bastante equipo en sus mochilas, pasaron a un lado de nosotros, en ese momento Abi dijo «me duele mi cabeza!», esto mismo lo escucho uno de los policías quien ya se encontraba a unos 6 metros arriba, descendió y me recomendó que ya no subiéramos y mejor comenzáramos a descender para que no empeorara. Norma y yo nos miramos para saber que hacíamos en ese momento, Norma me pregunto ¿cuánto faltaba para llegar?, «ya estamos aquí cerquita» le repliqué, puede que eso ese «poquito» este cerca o bastante lejos, dependiendo la perspectiva de cada uno, sin embargo yo también sabía que intentar con subir a Abi podía convertir el trayecto en alguna mala experiencia. Estábamos a escasos metros de lograr la meta. Alfredo y Omar parecían expertos, subiendo y bajando por un caminos trazados o rutas no tan bien trazadas, se detuvieron metros más adelante para esperarnos y comenzaron a charlar entre ellos. Al mismo tiempo Abi se incorporó y comenzó a dar pasos más lentos, Norma y yo la acompañamos detrás de ella para impulsarla en cada paso, sin duda estaba dispuesta a llegar al Portillo.
Omar y Alfredo fueron los primeros que llegaron al Portillo, el cansancio de Abi sucumbió ante la inminente señal de haber llegado al Portillo, sus últimos pasos le permitieron incorporarse para detenerse unos instantes y admirar el precioso lugar, después se dirigió hacia unas rocas para poder sentarse y descansar. En ese momento Omar, Alfredo y Norma comenzaron a tomar fotografías, habíamos tardado un poco más de lo planeado, pero lo habíamos logrado; llegamos al Primero Portillo, ojalá hubiéramos podido llegar todos, pero estoy seguro que la próxima ocasión si lo lograremos. Unos más enteros que otros, pero ahí nos encontrábamos, tomando algunos alimentos, vitoreando el recorrido y apreciando la majestuosa vista de los valles, pues nos encontrábamos al comienzo de los pies del Iztaccíhuatl.
Un grupo había llegado del otro lado de nuestro camino, al parecer celebraban un cumpleaños, un señor de aproximadamente 75 años, el señor Felipe había decidido pasar su cumpleaños subiendo por las faldas de la mujer dormida. El integrante de otro diminuto grupo, comenzó la platica, pues le reconocía que era de admirar que a su edad pudiera realizar semejante subida, y eso que apenas estábamos a 700 metros de altura de La Joya, pero que sin duda para muchísima gente, involucra una resistencia física tremenda. El cántico de las mañanitas no se hizo esperar, Norma, Abi, Alfredo, Omar y yo nos unimos en cuanto pudimos y así al finalizar, nos acercamos para felicitarlo y le obsequiamos unos cuantos chocolates, mismos que fueron disfrutados en conjunto con los familiares que acompañaban al señor.
Comenzamos el descenso y todos estábamos animados, Abi con más color en su rostro, Omar y Alfredo con ganas de subir un poco más, pero que tendría que ser en otra ocasión y Norma quejándose y quejándose por quería cigarro. Estábamos bajando del Iztaccihuatl para encontrarnos con Pablo y Beni, el camino había dejado de ser difícil, pero ahora nos enfrentábamos tener a resbalones por el camino tan empinado y la tierra que en momentos se acumulaba y el hecho de pisarla se desgajaba y podías perder el equilibro y si no tenias la suficiente fuerza en las piernas, era muy probables que terminaras cayendo al piso. Ocurrieron varios resbalones, parecían dominó, caía uno y al siguiente momento, mejor coreografía no podía existir. Empolvados y muy poco raspados, estábamos de vuelta en las faldas del volcán.
Beni y Pablo ya se encontraban mucho mejor, nos reunimos en unas mesas que se utilizan para comer cerca del campamento de La Joya, platicamos sobre la subida, pues ellos habían regresado y no tuvieron la oportunidad de poder apreciar el trayecto final de la cima. Descansamos solo un poco y nos dispusimos para regresar hacia Paso de Cortés. El camino no dejo de ser complicado en las subidas de las colinas, pero el regreso suele ser mucho más rápido, algunos ya comenzaban a reconocer algunos puntos de referencia del sendero, poco a poco nos íbamos acercando hacia Paso de Cortés y por su puesto no podían faltar las preguntas de Norma: ¿Ya vamos a llegar?, ¿Cuánto falta?, ¿Falta mucho?. Alfredo, Pablo, Omar y Abi así como Beni venían disfrutando y «cotorreando» en el camino.
Sin duda una gran experiencia para todos, estoy seguro volveremos a repetir, pero ahora con más preparación para poder llegar cada vez más alto. Ya volveré a contar que tal nos va en futuros recorrido y en los próximos, todos vamos a llegar a la meta.





























Una respuesta a «Paso de Cortés, La Joya, Primer Portillo – Iztaccíhuatl 5-03-2022»
EXPERIENCIAS PADRISIMAS QUE NUNCA OLVIDARAN Y TENDRAN QUE CONTAR A LAS SIGUIENTES GENERACIONES.