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Andando en moto

«¡Una vez que la manejes, no querrás bajarte de ella!» fueron las palabras que escuche de la Sra. Raquel, aquella persona quien fuera la vendedora quien me atendía dentro de la sucursal Yamaha Patriotismo, mientras contemplaba distintas motos y me decidía cual sería mi primer moto.

Un poco de papeleo, el pago total de la moto, más otros pagos y trámites de placas y burocráticos que habían ya quedado saldados, estaba ya a la espera de la entrega de una Enticer 125cc, de baja cilindrada pero muy equipada, con respaldo para el copiloto, posa pies completos, en negra con toques rojos y el tanque pequeño.

Anécdota: No había ni recorrido 600 metros cuando me encontraba en una cruce, yo estaba por dar la vuelta a la derecha y un carro estaba a mi izquierda, cada uno en su carril. Recuerdo que la persona que manejaba estaba utilizando su celular, cuando se puso el semáforo en verde y al arrancar, solo sentí un empujón y al siguiente instante me encontraba tirado en el piso con un raspón grande en mi antebrazo. Me había convertido en uno de los dos tipos de motociclistas que existen, «el que ya se cayó». Cabe mencionar que muchas personas queridas, aprendieron a manejar moto con esta pequeña Enticer, y ahí estoy yo, la oveja negra siendo la mala influencia!

No fue mucho tiempo después de que una V-Star 650cc se convirtiera en el nuevo juguete, un motor más grande y la comodidad que brindaba ante cualquier travesía era espectacular. Con el solo hecho de dar la vuelta a un par de calles o bien un paseo por algún pueblito mágico, Elizabeth (así fue como llamé a la moto) se convirtió en la atracción principal de esparcimiento cada fin de semana, sin pasar por alto que durante los trayectos hacia el trabajo, eran tan desestresantes como formidables.

Anécdota: Mi moto se encontraba estacionada frente al Almacén, el bar en cual trabajé y fui socio por algunos años. Una pareja venía caminando y yo me encontraba sacando algo de la alforja de la moto, La pareja se detuvo frente a mi moto y el señor me pregunto si le podía permitir sentarse un momento en mi moto, yo asentí con la cabeza y extendía mi mano en forma de liberarle el paso y decirle «adelante». Recuerdo que el señor soltó de la mano a su esposa y se dirigió hasta mi moto que se encontraba a escasos metros de él. Cruzó una de sus piernas sobre el asiento, se postró sobre ambos pies en el piso mientras tomaba con ambas manos los puños del manubrio, se sentó y enderezó la moto para comenzar a hacer hizo algunos movimientos de izquierda a derecha son el manubrio como cuando manejas y evitas algún obstáculo sobre el pavimento. Pude observar como una sonrisa comenzaba a resaltar de su rostro y al instante me dijo: «a mis 76 años, volver a montar una moto me llena de tanta felicidad.». Volteé a ver a su esposa y también ella tenía una enorme sonrisa en su rostro mientras veía a su esposo, después volteó a verme y me dijo: «está muy bonita tu moto!». El señor colocó mi moto en su posición inicial, se bajó y me extendió su mano mientras pronunciaba las siguientes palabras, «Muchas gracias por dejarme subir, disfruta y cuídate mucho cada vez que andes en tu moto.» Desde aquel momento, entendí que había elegido el pasatiempo indicado; deporte, pasión por la adrenalina, por la velocidad, la sensación de libertad de la conducción y por supuesto los grandes recuerdos que uno puede albergar a lo largo de su vida.

Por aquellos tiempos acababa de salir a la venta la Bolt 990cc, una moto tipo bobber, me gustaba mucho esa moto y mis intenciones siempre fueron adquirir una, sin embargo, cuando uno tiene una meta y se esmera bastante por conseguirlo, muchas veces la vida te premia con eso y más. Una Tourer 1,300 cc, parabrisas, posa pies completos, alforjas, respaldo… era un monstruo de moto. Tuve la oportunidad de hacerme de aquella moto en un abrir y cerrar de ojos. Todos los recorridos eran tan cómodos, que no dudaba en usarla hasta para el trayecto más mínimo en la ciudad.

Anécdota: Recuerdo que alguna vez que salí en carretera solo (de esas veces que te subes a la moto y solo quieres salir a rodar), tres policías en moto me detuvieron, al momento de apagar la moto y comenzar a sacar mis permisos de mi cartera, uno de los policías que se encontraba estacionado a mi lado izquierdo me dijo: «No necesitas sacar tu tarjetón y licencia, solo te detuvimos por que queríamos ver tu motocicleta, espero que no te molestes.». Después de algunos minutos de haber contemplado, rodeado mi moto y preguntarme en repetidas ocasiones que cuanto $ quería por mi moto, los policías montaron sus máquinas y continuaron su camino.

Con el tiempo el motociclismo se convirtió poco a poco en una convivencia con amigos y familiares. A veces rutas tranquilas, otras tanto con lluvias, dentro o fuera de la ciudad, con adversidades ante pinchaduras, fallas mecánicas pero siempre con grandes aventuras sobre ruedas.

Cuanta razón tenia la Sra. Raquel, ahora y después de algunos años, cada vez que monto una moto, vuelvo a sentir como se estremece el cuerpo al simple hecho de poner la primera velocidad y al acelerar, debo admitir que me sigo emocionando como el primer día.

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